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Fito Páez: manifiesto de la insurrección

Fotografía: Facebook oficial Fito Páez
El ícono de la canción pop volvió a La Plata para presentar su último disco, La ciudad liberada. Facundo Arroyo repasa el show, sus vínculos platenses y el inesperado desenlace de una larga noche.

Son casi las seis de la madrugada, arrancó el domingo con el sol del 09 de septiembre. En el estudio que tiene Gualberto de Orta en Tolosa, los instrumentos de normA están ubicados de manera circular. Todos apuntan a un piano Rhodes. Hace un buen rato, la banda comandada por Chivas Argüello toca sus canciones para un invitado especial. Fito Páez acaba de tocar en el Polideportivo del Lobo y le dedicó “El diablo en tu corazón”, el último tema del show, a su banda favorita de La Plata. Fito para normA, normA para Fito. Hacía casi nueve años que el rosarino no venía a la ciudad.

Cuando Fito Páez va por el quinto tema del show en el Polideportivo de Gimnasia y Esgrima de La Plata refleja una evidencia: está cantando mejor que hace una década. Su performance no carga con demasiados movimientos ridículos, sus yeites de marca personal están aceitados, tiene un nivel de concentración de música clásica y no suele mirar mucho el panel digital con las letras de las canciones. “Traté de salir. / Paré de sufrir. / Un hombre se haré fuerte cuando se decepciona”, canta Páez en “Naturaleza sangre”. Una canción que le dio título a un disco que cuenta con la misma sombra que la de Ey! (1988), nunca los ubican entre los destacados del compositor, aunque se lo merecen.

La gira “La ciudad liberada tour”, lo trae a Páez a la ciudad de La Plata a presentar su nuevo disco. Sumado a esta fecha y luego de bautizarlo en el Luna Park, girará por New York, Colombia, Chile y luego volverá a Buenos Aires para otro concierto en el Teatro Gran Rex. El show está pensado en torno a esas 18 canciones, sus hits y algunos links con las nuevas ideas. Así es el inicio. Suena el arreglo musical de “Ciudad de pobres corazones” mientras todos se acomodan en el escenario y Fito aparece de apretado negro y con su característico gesto de tracción de motor. Hace con sus brazos hacia adelante mientras mantiene los puños cerrados. Es tan sólo un amague, y también una explicación, para que la canción “La ciudad liberada” tome la tradición de su tema madre y le de continuidad desde el año 2018; un nuevo siglo que adjunta un desastre económico, social y cultural en Argentina.

Luego de los estrenos con “Wo, wo, wo”, “Aleluya al sol”, “Tu vida, mi vida” y “Gorilas”, “El amor después del amor” se lanza justo a las 22:00. Como si fuera una cita que está destinada a fracasar. O como una reunión luego de la ruptura donde se vuelve factible pensar que “Nadie puede y nadie debe / vivir, vivir sin amor”. Todo el Poli repite: “Nadie puede y nadie debe / vivir, vivir sin amor”. Fue el momento para unir a las generaciones que se mezclaban entre la audiencia y para empezar a entender a la nueva banda joven de Fito. El arreglo vocal, que grabó Claudia Puyó en el disco editado en 1992, ahora se lo carga Anita Álvarez de Toledo. Una de las nuevas caras para la propuesta actual.

Tanto en vivo como en el LP, La ciudad liberada cumple con una de las condiciones de la producción de Páez pos noventas: hay canciones sublimes y otras que un productor de pie firme no dejaría pasar. Esa especie de maldición de Fito no debería acarrear la condena que recibe por parte de la crítica. Y menos en este disco que, en términos generales, termina siendo el mejor trabajo de sus últimos diez años de carrera. Sonó “Navidad negra” en el Poli y ahí estuvo el fundamento de esta afirmación.

La voz cantante coloca el territorio nuevo en algunos de sus versos favoritos. Dice “La Plata” todas las veces que las canciones se lo permiten. Declara estar feliz por volver a una ciudad que explota en arte, por ver y sentir que no lo han olvidado y porque el Polideportivo es un lugar mítico para la historia del rock argentino.

El último show de Páez en La Plata había sido el 17 de abril del 2010. Estaba presentando Confía en el Anfiteatro del Bosque, aquel hermoso escenario que ya no existe y está arrasado por los yuyos y la desidia. Pero la historia del músico con la ciudad es larga. El periodista Oscar Jalil recuerda un show por la época (1985-1986) en la que presentaba el renovador Giros (1985).

“Fue en el Teatro Ópera de la calle 58. No había nadie. Recuerdo que volvía de la facultad y ahí me enteré. Entre el sector de la popular y la planta baja llenábamos las primeras cinco filas. Fito nos juntó a todos y nos brindó un recital increíble. De los mejores que vi en mi vida”, recuerda Jalil. Para esa época, Páez ya era tapa de revistas especializadas como la Pelo y estaba tocando con Charly García. “Es llamativo cómo son los tiempos”, reflexiona Jalil frente a aquella poca audiencia y a la grieta eterna que siempre existió en la carrera de Páez.

Luego, para épocas como Ey! (1988) y El amor después del amor (1992), el músico rosarino tocaba en la ciudad ya establecido como un ícono de la música joven y llenaba lugares más grandes. Las contradicciones de su público seguían a flor de piel. Jalil recuerda una anécdota de los noventas: “Algo que me llamó mucho la atención fue un grafitti que apareció frente al Polideportivo. Decía: ´De hippie a Yuppie en menos de un año´”. La respuesta de otra parte de su público, sin embargo, se reflejaba en las ventas. Convirtieron a El amor después del amor en el disco más vendido de la historia del rock argentino.

El autor de tres novelas y dos películas dice sobre las tablas del Microestadio platense que no está bueno pensar que llegamos a la cumbre de la creatividad cuando somos jóvenes. “No creo que lo mejor lo haya hecho en el pasado”, asegura y luego remata a los saltos que su decisión es seguir buscando inspiración y componer nuevas canciones. Todas esas lucecitas que aparecen cuando toca “Brillante sobre el mic” en realidad no son las pantallas de un millar de celulares. Es la cabeza de Fito vista de un telescopio. Un artista popular de 55 años de edad con un par de iluminaciones más por descubrir. La primavera está por llegar.

 

 

Periodista y Comunicador Social. Escribe sobre música hace más de diez años. Insiste con la metodología del freelancismo velociraptor; parece que está solo pero siempre anda en manada. Tiene algunos títulos de grado pero su escuela fue De Garage (Diario de rock platense).