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El Mató a un Policía Motorizado: Contacto en Montevideo

Fotografías: Camila Caballero

Martín Graziano estuvo en la última fecha de El Mató a un Policía Motorizado en Uruguay y charló con periodistas, músicos y referentes de la ciudad para construir un puente entre la banda, Montevideo y La Plata.

No es Mordor: es La Plata. Desde la cima metafísica de Montevideo, algunos elegidos divisan el fuego fatuo de las refinerías de Ensenada. El Gato de los 107 Faunos arroja su guitarra contra el escenario de La Trastienda uruguaya y agradece su casaca de Danubio: “ser de un cuadro chico… es algo”, dice. El Mató a un Policía Motorizado está por salir a ofrecer el segundo de sus dos conciertos y, mezclados entre el público con sus vasitos de Pilsen, se arracima buena parte de la intelligentzia rockera. Músicos, periodistas, diseñadores. Veteranos que vieron nacer a los Buenos Muchachos y pibes con los discos de Hermanos Láser o los Nuevos Creyentes en el escritorio de sus laptops. El juego de espejos, a diferencia de Borges, no acicatea el pánico: agranda la familia.

“Yo no conozco La Plata, pero me la puedo imaginar –dice Gabriel Peveroni, uno de los escritores y periodistas históricos del under montevideano-. Cuando lo entrevisté a Santiago Motorizado, lo que me contaba me permitía relacionar La Plata y Montevideo porque eran cosas que yo había vivido. Ciudades universitarias, con poca plata y escasas perspectivas de futuro. Ahí se entiende la verdad que está adentro de la banda. Quizás por eso la forma de cantar de platenses y montevideanos es menos afectada que la de los porteños. Es el fruto de una desprolijidad anímica de años: la certeza de saber que no hay éxito posible entonces puedo darme el lujo de hacer el disco que quiero”.

Ahora Santiago saluda con su pulgar derecho y, sin decir agua va, todo el público de La Trastienda canta “El magnetismo” de punta a punta. Es un partido ganado desde los vestuarios: la gente está entregada y la nueva versión estilizada de El Mató parece hecha a medida de estos sibaritas capaces de celebrar el pop y el ruido con idéntico fervor. Apostada frente al escenario, Florencia Núñez -la ganadora del Premio Graffiti como Compositora del Año- levanta el puño buscando el techo abovedado de la sala. Desde comienzos de este año, su versión acústica de “El tesoro” circuló por algunos puntos clave del circuito.

“Algunas cosas se repiten y otras no, pero La Plata y Montevideo podrían ser la misma ciudad en universos paralelos”, adivina Fede Morosini. Además de ser el líder de Julen y La Gente Sola, se trata del protagonista del video de “Jordan” de Ete & Los Problems y el cantante invitado en la performance de “Vestidas de poder” que El Mató grabó para PardelionMusic TV. “Llegué a la banda más o menos por el 2010, con la canción ‘El día del huracán’ -apunta-. A la vez encontré otras cosas de Laptra: el Creo que te amo de los 107 Faunos y un disco que grabaron Gusti con Tom de Bestia Bebé. Toda esa música apareció de golpe a la vez que yo empezaba a componer mis primeras canciones y la conexión fue instantánea. Trajimos a los Faunos en 2015 y, a partir de ahí, quedé en contacto con la pandilla. El año pasado abrimos el show de El Mató en La Trastienda y ta, estuvo buenísimo. Jugamos unos partidos de Pro Evolution en camarines y fue todo goce”.

El amor, todo parece indicar, es correspondido. Más allá de los veraneos en Rocha, sus visitas al museo de Joaquín Torres García o su devoción por la película 25 Watts (“obra maestra”), Santiago Motorizado hace un paneo por la escala humana de la capital uruguaya. Montevideo es una de nuestras ciudades favoritas. Lo digo como banda y en particular: a mí me encanta. En el mejor sentido, es como una Buenos Aires que se quedó en el tiempo. Hay un ritmo medio de pueblo que se parece al platense, aunque el tránsito es mucho mejor. Hay otras cosas de La Plata: la juventud, las plazas, los árboles, cierta calma, esquinas donde no pasa nadie aunque estés cerca del centro. Tiene el río ahí, la gente vive en otra sintonía y hay una amabilidad extra en cada gesto de la que uno, acostumbrado a la agresividad de Argentina, se enamora medio enseguida. Es un descanso de la neurosis con la que convivimos siempre. La primera vez que tocamos acá fue en una suerte de cine abandonado que se había reformado para hacer recitales. Cerró una banda mítica que se llamaba The Supersónicos y estuvo buenísimo. La mezcla entre esa arquitectura antigua y el lujo quedado en el tiempo tomado por la gente joven…nos volvía locos”.

Promediando el recital, el público abre un círculo en medio de la sala y el mosh es el habitual símbolo de fraternidad. Sin embargo, apenas se apaga el último eco de “Mi próximo movimiento”, todos se lanzan a comer un chivito en algún boliche como La Tortuguita o se suben al primer bus que pasa por la 18 de Julio rumbo a la Plaza Independencia. Allí, por esa zona del centro, el sello Feel de Agua ofrece algunos de sus mejores números: las canciones de Lucas Meyer, Mena o Mux, la banda de Fabrizio Rossi. La camioneta de Él Mató pasa la noche en el mecánico y Cococho, uno de los amigos uruguayos del grupo, prepara su puesto de vinilos para la Feria de Tristán Narvaja. “Me gusta Eduardo Mateo, es un genio –admite el Chango-. Y, aunque no conozco demasiadas, me gustan algunas canciones de Jaime Roos. Si: ‘Amándote’ es un temazo impresionante”.

 

Periodista. Escribió los libros Estación Imposible (2007, reeditado en 2016), Cancionistas del Río de la Plata (2011), Tigres en la lluvia (2017), los guiones para varios ciclos de Canal Encuentro y la película Charco. Sus textos fueron publicados en medios como La Nación, Rolling Stone, Orsai, La Mano, Gatopardo, Billboard y La Agenda. No le han sacado fotos nuevas desde 2008. Parafraseando a un trovador argentino: “será mejor así”.