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La historia que no nos contaron: Mostras del Rock

Mientras Barbi Recanati trabaja en su carrera solista y en Goza Records, su propio sello discográfico, grabó junto a Futurock un podcast que repasa la participación de las mujeres en la historia del rock. Gustavo Grazioli analiza los episodios y cuenta cómo Barbi repasa el legado de todas esas artistas que han sido relegadas y marginadas de la historia de la música.

Acostumbrados a que la historia la cuenten los vencedores, se perdió de vista aquello que se dejó fuera del cuentito. Desde siempre, y ahora pensando en el rock, se podría decir que crecimos conociendo los méritos y logros de una parte de los protagonistas del mundo de las guitarras eléctricas, el pogo y los excesos. En las paredes colgaban los posters de Led Zeppellin, se hablaba de los atributos de determinado movimiento por obra y gracia del algún artista masculino o lo genial que fue por su condición de “ganador” frente a fans que parecían dejar sus gargantas en gritos ensordecedores.

Aquel anecdotario que solo guarda lugar en sus vitrinas para los nombres del mainstream masculino, se interrumpe por el grito rabioso de una de las voces más rockers de la escena actual de nuestro rock: Barbi Recanati. Esta vez no por estar al frente de un escenario haciendo con su guitarra alguna danza estridente o por cantar con la rabia del punk más ortodoxo. No. Esta vez la ex Utopians da el presente desde un estudio de radio y como la transmisora de los lados B de esta historia (el rock) que, según se dice, empezó en los ’50.

Recanati, el año pasado sacó su disco solista Teoría espacial, inauguró el sello Goza Record, junto con la emisora radial Futurock, y en compañía de esta misma radio online, concretó un podcast que llamó “Mostras del rock”. Una serie de siete episodios de no más de media hora, donde repasa aquello que la historia oficial dejó en los bordes. Es decir, le pone un megáfono a los grandes iconos femeninos del rock y pone especial énfasis en las “heroínas musicales que atravesaron muros sexistas, abrieron puertas y armaron caminos que llegan al presente”.

Detrás de las paredes

Con un pulso diferente a lo que se acostumbra a escuchar por la radio, el primero de los siete episodios se concentra en las mujeres que cambiaron la historia de la música entre 1920 y 1950 y en la primera mujer que grabó una canción de blues. Allí aparece el nombre de Mamie Smith, una artista de cabaret que a partir del sello OK record grabó “That thing called love” y seis meses después, gracias a esa grabación, la llamaron para cantar “Crazy Blues”. Ese hito se convirtió en un registro sonoro que terminó por conocerse como la grabación de la primera canción de blues.

Mostras del rock, sin dudas, motiva a querer saber aún más. A escuchar a cada artista que se  menciona y a leer sobre ellas. En el segundo episodio, por ejemplo, que comprende los 50 y principios de los 60, suena el nombre de Cordell Jackson. “Mientras Elvis usaba pañales de tela, esta señora estaba tratando de que le graben sus canciones. Tocaba un country demasiado rápido y molesto que muchos años después sería recordado como rock”, cuenta Barbi. Finalmente la artista nacida en Misisipi, después de haber sido rechazada muchas veces de la industria de la música, terminó creando su propio sello en 1956: Moon Records. “Una heroína de la autogestión”, concluye la ex Utopians, sobre esta precursora del hazlo tú mismo.

Más adelante, se mete a revisar la década que se caracterizó por los viajes de LSD, la guerra de Vietnam, el flower power…en fin: la psicodelia. Dentro de ese territorio, que reconoce sus platos fuertes en artistas como Jimi Hendrix, Pink Floyd o The Doors, hay nombres como el de Odetta Holmes. La cantante nacida en Alabama, que a través de su disco Odetta Sings Ballads and Blues, influencia a Bob Dylan. O aparece Grace Slick, conocida por ser la cantante de Jefferson Airplane y, entre otras cosas, por terminar presa varias veces después de apuntar a policías con armas de juguetes. Telonera de los Rolling Stones en el histórico (y caótico) festival de Altamont y pionera en eso de mostrar las tetas en el escenario.

Los broches de oro llegan en los episodios finales. En Mostras del rock hay lugar para el punk. El movimiento que – cuenta Barbi –  comenzó en CBGB. El semillero neoyorkino que tenía dos reglas para poder tocar. La primera, que sean todas canciones propias y la segunda, que cargues tus propios equipos. Allí donde debutó Television, Ramones o Talking Heads, brilló Patti Smith. La heroína que en 1975 – sigue Barbi – graba el disco que cambiaría la historia del punk rock para siempre: Horses. Entre las perlas informativas, el oyente se puede enterar que Because the night  nace de una canción que Bruce Springsteen tira a la basura o que Debbie Harry (también conocida por Blondie), antes de cantar llega a ser conejita playboy y se transforma en un icono de moda dentro y fuera del punk.

Como consecuencia de aquello que se inició con el leitmotiv del No future, al comienzo de los 80, la historia desencadena en Riot Grrrl por ejemplo. Muchos lo han concebido como la tercer ola del feminismo. Este movimiento más ligado a la escena alternativa construye su propia simbología y en el 88 de la mano de Toby Vail se crea el fanzine Jigsaw. Eso, va a replicar en nuestra pionera Patricia Pietrafesa, quien escribe su propio manifiesto en fanzines, forma la banda She Devils y, antes de que se consagre esto que en la actualidad se conoce “como cuarta ola de feminismo”, saca un EP llamado El aborto ilegal asesina mi libertad. También crea el primer festival de mujeres y feministas de Argentina, llamado Belladona.

Por todo esto y por más, este podcast se vuelve un material de consulta obligatoria. Efectivamente estamos en presencia de verdaderas mostras del rock.

Fanático de River y Los Simuladores. Entusiasta de la escritura y el periodismo. Realizó estudios de Comunicación social, pero se alfabetizó con revistas de rock, literatura y cine. Se desempeña como empleado de una aseguradora de autos, en sus horarios de almuerzo corrige las notas que piensa publicar y a veces tipea algún que otro cuento o poesía. Aunque, como dice Bartleby, preferiría no hacerlo.