a

Festival Buena Vibra, la deconstrucción de las formas

Fotografías: Luciana Demichelis

En la edición más grande y ambiciosa del Festival Buena Vibra, Carla Jones y Luciana Demichelis fueron al Hipódromo de Palermo para traer su visión sobre la deconstrucción de las formas, la implementación de la Ley de Cupo Femenino en festivales, el baile, la cruza generacional y la actualidad del rock argentino.

“Nadie nos va a garantizar nada, más que nosotres mismes”, dice Paula Maffia arriba del escenario del Festival Buena Vibra, uno de los festivales de artistas jóvenes con más crecimiento de los últimos años en su edición más ambiciosa, mientras invita al público a participar de la próxima presentación de la campaña por la despenalización del aborto el 19 de febrero. Dan las tres de la tarde y con más de treinta grados, la única sombra que hay en todo el Hipódromo de Palermo junta a les asistentes frente al primer show de la tarde. 

A la afirmación de Paula la fundamentan los hechos. Después de más de un año de organización por parte de las músicas argentinas, a fines del año pasado fue sancionada la ley de cupo femenino en festivales que exige la presencia de un 30% de mujeres en las grillas. El Buena Vibra es primero en aplicarla. Barbi Recanati lo mencionó entre temas y casi automáticamente se coreó el ya conocido canto: “El rock es de las pibas”. 

El dueto Perota Chingó aparece vestidas de negro, con tachas y un abanico de sonidos que nada tiene que ver con la versión bohemia que conocimos en sus inicios con “Rie Chinito”. “¿Se animan a una cumbia trapera?”, preguntan antes de tocar “China”, parte de su disco más reciente, dejando en claro que, justamente ellas, “no le temen al cambio de piel”.

Alex Anwandter, agradecido por ser el único no-argentino y con él, lo explícito de una transformación: las disidencias habitando y transformando los espacios. Su cadera moviéndose en cada canción, con la excepción de “eramos todos felices”, donde prometió quedarse quieto, muchos riff de guitarra y mucho rock, dedicado a “esas personas tan especiales que son los heterosexuales”. 

“No tengo más tiempo, pero ahora voy a cantar una contra la iglesia católica ¿está bien?” respondió el artista chileno cuando alguien del público pidió el single “Paco Vampiro”; su show estaba por terminar pero se tomó un minuto para repudiar instituciones históricamente opresoras, desde carabineros en “Cordillera” hasta el catolicismo con “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?”. 

Cerca de las nueve de la noche, se escuchan los primeros acordes de “El Diablo en tu corazón” y en el escenario aparece Fito Páez con un traje violeta acompañado por sus movimientos eléctricos. A mitad del show, antes de tocar “Polaroid de la Locura Ordinaria”, Fito dice que en ningún lugar cantaron esta canción como acá y remató “pero claro, ahora son unos niños, a ver si la saben”. No sorprende la gran recepción por parte del público, que demuestra que la presencia de Fito en un festival principalmente de artistas jóvenes logra cruzar generaciones y conectar al público de la mano de uno de los artistas más importantes de la música nacional. 

El cronograma del festival hace que suceda un guiño al contexto actual de nuestra música en una entrega simbólica de una posta del rock nacional: Fito Páez termina su show y una línea de bajo en primer plano, que decanta con un sonido groovero, le da el paso a la performática Marilina Bertoldi, que entre un meneo y sus hombros moviéndose, rompió la cuenta para empezar con “Fumar de día”. 

Con toda su actitud rockstar, vestida con una tela brillante, lentes de sol y su telecaster colgado. El personaje que vemos ahí arriba es bastante más que eso; termina “Tito volvé” y entre risas pregunta -haciendo referencia a Fito y a ella- si están disfrutando de la dupla santafesina que tuvo el escenario. “¿Se están hidratando? por favor, háganlo” dijo Marilina, y deja en claro que cuidarse entre todxs es elemental. 

Bandalos Chinos abre con “Vámonos de Viaje” y cambia la lírica: “es amor, lo que les traje”. Goyo Degano, coqueto por definición, viste un overol rojo con lunares y no desaprovecha cada momento para agradecer. Su actitud oscila entre desfilar sobre el escenario y mover los pies como si jugara al Dance Dance Revolution. 

Aproximándose el final, Miranda! apareció con una playlist que no daba respiro: empezando por “Mentías”, “Fantasmas” y “Ya Lo Sabía”, si los pies ya estaban cansados éste número terminó por agotarlos. La convivencia generacional fue clara, el denominador común del festival fue el dúo de Juliana Gattas y Ale Sergi, que lograron hacer bailar a cada persona en el predio del principio hasta el final con “Traición” y “Don”; quedó en evidencia que con este dúo bailamos todes, sin distinción de edad. 

Estudiante de Comunicación en la UNLP. Escribe para diferentes medios. Patagónica y con un arcoíris en el pelo.