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Romina Zanellato: “Sentí la responsabilidad de hacer el ejercicio de la memoria feminista”

Foto: Magdalena Azcazuri
Conversamos con la autora de “Brilla la luz para ellas”, una investigación sobre las olvidadas del rock nacional: las mujeres.

“Las chicas inventaron el punk, no Inglaterra” decía, en inglés, la insignia de la remera de una de las amigas de Romina. Una frase que despertó preguntas y respuestas eufóricas. En caliente ese grupo, reunido al calor del paro de mujeres que se coordinaba para el 8 de Marzo, intentaba rastrear a exponentes femeninos del rock nacional. Pero aparecían nombres sueltos, sin recorrido.

 Fue así como una remera, una pregunta ¿Cuál fue la primer música feminista del país?, significó una revelación para Zanellato. O mejor dicho una revolución.

Revolución en forma de crónica homenaje. Que se remonta a esos primeros acordes del rock nacional, en la década del 60 y los rastrea hasta el 2020. Sacando de las sombras no solo a músicas sino también a periodistas de rock, managers, trabajadoras de prensa, fotógrafas, técnicas. Devolviéndoles su voz, reivindicando su historia y sobre todo poniéndolas en el centro de la historia. Nuestra historia.

En pandemia con los recitales vistos desde la nostalgia ¿Cómo viviste, habiéndote empapado de tanto rock y furia, dar la pincelada final al libro desde la quietud de la casa?

El aislamiento obligatorio me permitió terminar el libro y llegar a tiempo al deadline que habíamos puesto con la editorial (Marea). Si no hubiera habido un aislamiento así no creo que hubiera llegado. Bah, estoy segura que no hubiera llegado. Como soy freelance, gran parte de mi trabajo es a demanda, y eso cayó mucho los primeros meses de la pandemia. Entonces me aboqué totalmente a la escritura del libro, día, tarde y noche. Todos los días. Fue como una instancia de frenesí, de estar escuchar música todo el tiempo, escribir y que en mi escritorio hubiera revistas viejas y mil libros alrededor, muchas cajitas de cds y libritos por todos lados. 

 Mi compañero me hizo el aguante, por suerte, porque fueron meses difíciles donde yo me dejé tomar por mi trabajo en el libro. Fue algo muy placentero, fue una escritura muy disfrutada. De hecho, escribí mucho más y tuvimos que cortar como 200 páginas en la etapa de edición porque sino iba a ser un mamotreto fenomenal.

Con una novela publicada y  un trabajo de archivo e investigación muy profundo para podernos traer al presente esa historia olvidada. ¿Hubo momentos en los percibieras algo de ficción en los relatos? ¿Dónde se desdibujara la línea?

No, no hay ficción en ningún momento. Lo que hay es, sobre todo en la segunda parte del libro, un trabajo sobre los géneros periodísticos más cercanos al periodismo narrativo. Hay perfiles donde usé la escritura al servicio de las historias. El libro es una investigación periodística y tiene la rigurosidad de una investigación, que por momentos es contada con elementos del periodismo narrativo, pero la línea no se desdibuja en ningún momento. Es pura no ficción, es 100% periodístico, todo lo que está en el libro es real y está correctamente citado, por eso al final hay 14 hojas de bibliografía.

En varias ocasiones mencionas el rol de los medios en la ausencia de luz que vivieron durante tanto tiempo todxs estxs artistas que vos recopilás. Siendo periodista ¿sentís al libro como una crítica desde adentro? Como un acto de hacerse cargo.

Por supuesto, el libro entero tiene ese fin. Yo no puedo ser periodista feminista, periodista especializada en música sin conocer la historia de las mujeres y disidencias en el rock nacional. Y no la sabía, no tenía idea de quién era la primera mujer en grabar un simple, un disco, en subirse a un escenario, ni la segunda ni la cuarta, ni la décima. No lo sabía entonces yo sentí la responsabilidad de conocer esa historia, de hacer el ejercicio de la memoria feminista. Y ya que estaba en esa, lo escribí para que los demás cuenten con esa herramienta que no existía. 

Los medios no son ingenuos, son responsables de que no haya una historia donde todas estas mujeres y disidencias sean parte. Los medios y los periodistas de rock especialmente. Es una crítica y es una toma de postura en contra de ellos, por supuesto. 

¿Cómo vivís marzo y sus consignas en torno al «mes de la mujer»? Con la tensión entre  no reducir una lucha a un calendario pero también explotar el foco justamente, y potenciar la visibilización.

Vivo marzo muy cansada, porque además de toda la carga de trabajo habitual hay una enorme demanda de trabajo no pago: participar en charlas, actividades artísticas, periodísticas, activistas, y recibir llamados de un montón de radios, medios, etc, que nos bombardean a las periodistas feministas sólo este mes. Espero que se termine pronto porque tengo deadlines de notas que entregar, ja.  Y que los medios contraten en su planta permanente a eso que les hace falta: periodistas feministas.

¿Recordás la primer artista mujer que escuchaste? 

No, la verdad que no, pero me juego que debe haber sido Xuxa.

Después de adentrarte tanto en la industria musical ¿ Qué cosas ves diferentes y qué otras todavía siguen igual?

Varias cosas cambiaron: hay una ley que obliga a los productores a cumplir un cupo de 30% de mujeres en los escenarios. ¡Menudo cambio! Ni siquiera es una obligación de equidad, pero igual la rechazan. 

Veo que hay un público nuevo que está esperando escuchar y ver a todas estas mujeres que vienen haciendo música, a todas estas lesbianas, trans, travestis, no binaries e intersex que están haciendo sus bandas, su música, y la están largando al mundo. Esa es la mejor noticia.

Tu himno feminista musicalmente hablando es…

Rebel girl, de Bikini Kill, por supuesto.