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Fus Delei presenta su nuevo disco ’Dímelo’

Dímelo: los acertijos íntimos del nuevo disco de Fus Delei

Cuatro años después de Ideas para un Mundo Imaginario, Fus Delei presenta ’Dímelo’, un disco potente y experimental que se configura como un “cyborg sonoro”. Gabriel Ilieff conversó con Desaria Klimavicius sobre la producción del álbum en un tiempo plagado de incertidumbres.

El cielo azul y desierto. Una voz suave y magnética sobre un colchón de sintetizadores. Suena Joda de Techno, el prólogo de Dímelo, el nuevo disco de Fus Delei, y entre las pocas nubes grises que enturbian el paisaje aparecen cuatro objetos plateados, envueltos en un brillo extraño, casi incendiario. El ojo y la lógica tardan en asimilar las figuras que surcan la atmósfera. La luz del sol se refleja con violencia en unas alas cristalinas. Hay patas robóticas cabalgando en el aire. Ensambladas a cuerpos metalizados y lustrosos, las cabezas futuristas de la banda vislumbran debajo suyo una ciudad cuadriculada. La misión de esas esfinges cyborg es clara: bajar hasta nosotres, cantarnos sus enigmas y mostrarnos sus visiones para que, de una vez por todas, podamos decir lo que llevamos dentro. 

Desde su primer disco Ideas para un mundo imaginario, del 2017, Fus Delei no dejó de crecer y reinventarse. En 2018 el sencillo Clara representó un quiebre en su sonido, una búsqueda hacia el techno pop más hipnótico. El 2019 fue una antesala emocionante con la salida de dos singles que revolucionaron su estética y la convocatoria creciente en sus enérgicas presentaciones en vivo. El inicio de una nueva década parecía ser el mejor momento para que la banda afirmara más que nunca su posición en la escena local y trascendiera fronteras con el lanzamiento de su segundo disco. Pero algo denominado covid-19 hizo que el mundo se replegara y los alejara de los escenarios y los estudios de grabación. Lejos de ser avasallados por la incertidumbre, la banda persistió, se reconfiguró y consiguió mantener la expectativa más viva que nunca. Dímelo es la gran prueba de ello, la culminación de un proceso de casi tres años.

Es imposible hablar de Fus Delei sin hablar de su estética cyberpunk y transhumanista, profundizada en sus conciertos y, más que nada, en sus videoclips. Las cuatro piezas audiovisuales que adelantaron el disco fundaron una narrativa de metamorfosis sucesivas. El impacto fue constante. En Adopté (2019) —dirigido por Manque La Banca— los integrantes de la banda se asemejan a marionetas andróginas, con looks góticos y sadomasoquistas, que despliegan una coreografía aterradora en una realidad industrial que ya empezaba a ser barrida hacia un futuro caliginoso. Las animaciones 3D de Oblinof Axyxa presentaron al conjunto como cabezas impregnadas de lip gloss, propensas a la deformación molecular en Cabeza (2019) y sumisas a una máquina sedienta en Chupasangre (2020). Les cenobitas platenses se convirtieron en seres zodiacales en Atlántida Hundida (2021), tocando con los paisajes de civilizaciones perdidas de fondo. Para Fus Delei cada lanzamiento —incluso la portada de Dímelo— fue una excusa para expandir su universo visual y sonoro.

En Joda de Techno, la introducción de Dímelo, la palabra clave es techno, ya que signará la naturaleza sonora del resto de las composiciones: una electrónica distópica repleta de luces y sombras, de guitarras disruptivas, sintetizadores voluminosos y baterías impredecibles. La etiqueta de metalpop ya no es suficiente para Fus Delei  —si es que alguna vez lo fue—. La gran virtud del disco es la capacidad de la banda de organizar el caos en una serie de estados, cada uno de una belleza retorcida. Dímelo sigue la estructura de un relato clásico, con tres momentos distintivos que transportan a espacios diferentes pero, que a su vez, y como elles mismos lo expresan, se enlazan como un cyborg. 

El primer momento es de pop eléctrico, luminoso y efervescente. La necesidad de salir de las ruinas emocionales en la acuática Atlántida Hundida se refuerza en ese acto dramático y un tanto frenético que es Algo de Todo, donde las bases rítmicas aceleran y desaceleran sin dejar de buscar la transición personal. Sin duda, la canción más bailable de la triada, y quizás del disco, es Cabeza, con un estribillo más que pegadizo y un pico de loops que se apoderan de la pista. 

La oscuridad es un velo difícil de atravesar en la segunda parte de Dímelo. En Chupasangre la guitarra explosiva gana protagonismo mientras el estruendo y la calma se intercalan hasta el final.  La súper darkwave Hilo de Plata empieza despojada pero no tarda en encontrar su propio estallido. Fénix es sinónimo de rabia y en Adopté el descubrimiento de la propia identidad se da a partir de un juego de distorsiones.

Los últimos temas de Dímelo fuerzan los límites del dream pop. Grito en la Oscuridad es un haz de luz en las tinieblas, un recorrido trazado sobre una base nostálgica que se yuxtapone con la esperanza. La apoteósica y compleja Conocernos de Cero propone reiniciar el viaje, reencontrarse en la noche y romper un hechizo sofocante para volver a sentir. 

Con la dulzura y precisión que la caracterizan, Desaria Klimavicius se sincera con ADM sobre los últimos años de la banda, las búsquedas experimentales que discurren en Dímelo, el trasfondo de algunas letras y lo que implica lanzar un disco que se hizo más que esperar.

En una entrevista a finales del 2019 la banda mencionó que siempre hablaban del 2020, incluso desde el 2018. Como que esperaban que fuera un año bisagra. ¿Se sostuvo eso? ¿En qué sentido? 

Se sostuvo pero no de la forma en que pensábamos que se iba a sostener. Nos imaginábamos un 2020 lleno de fechas, tocando en festivales, con un montón de oportunidades y que, bueno, terminó siendo todo lo contrario. También fue un año en el que cambiamos de formación por última vez. Se fueron Baro y Toto, quedamos tres (Agustín Buaon en sintetizadores y Gregorio Jauregui en batería).

¿Tuviste miedo en algún momento de que se separaran? 

Sí, la verdad que sí, más que nada cuando pasamos a ser tres. Siendo cuatro estaba en un lugar re cómodo, en el buen sentido. Y con la salida de Baro fue como ‘¿qué hago?’ O sea, tengo que ser la cara principal, al menos en el show, ¿no? Porque antes compartíamos con Baro, estaba ese cruce de miradas, cantar de a dos voces, era un juego. Ahora por suerte está Anto (Navarro) ocupando ese lugar así que estoy más que contenta con eso.      

Antonia se sumó a los shows en vivo en Pura Vida. ¿Cómo llegaron a ella y cómo surgió la propuesta de integrarla al grupo?  

Estábamos buscando a alguien que tocara los teclados e hiciera los coros. No me acuerdo si fue ella quién nos dijo que le gustaría y que estaba disponible o si se nos ocurrió primero a nosotres, pero bueno, la cuestión es que empezamos a probar… También porque se nos venían encima las fechas en Pura y nos dijimos de hacer esos shows, ensayarlos y ver después qué pasaba. Tampoco sabíamos cuántas fechas más iban a ver en el año, pero ya a estas alturas todes en la banda estamos super conformes con Anto. Ella también está re contenta así que, mientras más fechas hayan, va a seguir así, para adelante. 

¿Planean sacar algo juntes?   

Por el momento no pensamos nada pero hablamos una vez sobre los próximos temas o lanzamientos. Ya en el disco no porque estaba todo cerrado y seguir metiendo coros capaz que atrasaba más la salida. Pero sí, estaría bueno. En el vivo las voces quedan muy bien y a mí me encantan cómo se combinan. Se me hace que somos como dos diosas del Olimpo cantando cada vez que suenan, y quedarían muy bien también en el estudio.      

Retomando al año pasado: ¿la cuarentena repercutió en la producción del disco? ¿Cómo la encararon?

La verdad que bastante porque teníamos pensado seguir grabando en estudio. No se nos pudo dar porque el conservatorio donde habíamos grabado estaba cerrado y también por precauciones. El estudio donde estábamos produciendo el disco, grabando voces y eso, también estaba así por el aislamiento. Así que al principio realizamos videollamadas, reuniones por Zoom y cosas así para avanzar en la producción.Y decidimos, por la falta de opciones, programar las baterías con samples, y que las guitarras, en vez de grabarlas con un amplificador, fueran directo a la placa con emulaciones de amplificadores. Al final esto terminó siendo muy positivo porque le dió una identidad mucho más marcada al disco, me parece. Hay temas que suenan más a la banda en vivo, como Adopté o Cabeza, tienen ese aura. Y hay otros temas que, al ser todos programados, son súper electrónicos y más robóticos, digamos. A mí me gusta decir que el disco es como un cyborg sonoro: tenés algunas partes como más humanas y otras bien robóticas.            

El disco tiene una estructura muy definida. Del pop más luminoso de los primeros temas se pasa a lo más denso y oscuro. Hacía el final incluso amagan al dream pop más complejo. ¿Eso lo tenían pensado desde un primer momento? 

Sí, se fue dando. Cuando pensábamos sacar el disco a principios de 2020 teníamos otra lista de temas. Fénix no estaba. Conocernos de Cero creo que tampoco. Pero siempre estuvo la idea de que el tracklist armara un relato. La verdad que quedamos muy conformes con eso porque creo que se genera esa idea de comerte el viaje al escucharlo. No es un disco para poner de fondo y dejarlo sonando mientras hacés otras cosas, si bien también se puede hacer, pero es más para comerte la experiencia del relato que se narra.

¿Qué sentidos y conceptos reinan en Dímelo? 

Principalmente el concepto del transhumanismo, la relación del humano con la máquina, la fina línea que separa al humano del cyborg, hasta qué punto somos humanos, hasta qué punto somos cyborg. Eso fue como bastante importante, en cuanto a lo estético como a lo musical, pensar en la producción de un tema como más electrónica, ese lado. Capaz que desde las letras no tomé tanto del transhumanismo, en algunas sí, pero se habla más de cosas personales. Están basadas a partir de reflexiones sobre la pregunta de ¿por qué estamos acá?, recuerdos de vidas pasadas, el sentimiento de no pertenecer a la corriente y el descubrimiento de la identidad y la sexualidad propia, entre otras cosas pero esos son los tópicos más fuertes.        

¿Con los videos de Oblinof fue un ida y vuelta de ideas o ya lo tenían programado desde un comienzo, por decirlo así? 

Al de Cabeza lo habíamos escrito. Teníamos en mente una idea un poco más ambiciosa del video, pero por cuestiones de presupuesto Oblinof nos dijo de centrarnos en las cabezas, también haciendo fuerza en el título del tema, y que se vayan deformando y eso. Estuvo muy bueno porque desde un principio le pasamos referencias y él se maneja muy bien en ese género visual. Se disfrutó mucho, tanto desde nuestro lado viendo el proceso como del suyo haciéndolo. El video de Chupasangre lo pensamos como una continuación… capaz no se terminó notando mucho pero al principio nuestras cabezas están viendo por las pantallas el video de Cabeza. Esa escena la pensamos como en una especie de laboratorio cyborg, donde nos estaban preparando genéticamente o robóticamente para un siguiente paso, que sería nuestra transformación final en la portada del disco, siendo esfinges cyborg.   

¿Y cómo fue viraron hacia la estética de Atlanta Hundida

Como que ahora lo pienso y no sé si hubo una línea estética estrictamente seguida. Con el video de Atlántida simplemente queríamos filmarnos tocando el tema con fondos de lo que hubiera sido el paisaje de la Atlántida. Un concepto más para el tema. Ya no teníamos ganas de hacer un video en 3D, queríamos aparecer nosotres y como no teníamos ningún videoclip tocando los instrumentos dijimos de hacerlo, era bien simple. El video lo hicimos nosotres, con un equipo de tres personas más, así que fue todo muy hogareño.  

Las letras de Atlántida y Adopté apuntan a esa idea de repreguntarse sobre un montón de cuestiones sobre la identidad de género y la orientación sexual. ¿Sentís que también lo expresaste en otras canciones?  

Sí, pasa en otras letras, como por ejemplo en Grito en la Oscuridad. Hay una vuelta lírica ahí, quería darle como una especie de cierre a lo que se cuenta con respecto a la identidad de género. Está Hilo de Plata, escrita en 2020, que tiene pronombres femeninos.Y ahí me hizo ruido la letra de Adopté porque ya no había forma de cambiar la ‘o’ con la edición por una ‘a’. Entonces me dije que eso quedara como un registro, como parte del relato. Y Adopté cuenta esa historia del repreguntarse ¿qué soy? ¿quién soy? y el descubrimiento de que ‘ah, no soy un hombre, soy no binarie’. Entonces por eso tanto repetir «No quiero estar mal acompañade», tantas veces con los pronombres neutros. En Grito en la Oscuridad, en toda esa estrofa donde está la parte de «Yo estaba obligada a tener miedo», es una especie de cierre, de luz al final del túnel, que si bien pasamos por cosas oscuras o pasé por cosas oscuras como que ya está habiendo una salida. Me gustó que Grito fuera después de Adopté, que cerrara esa forma, porque si el último tema terminaba con pronombres masculinos me hacía ruido. Después hay otras canciones que no creo que tratan principalmente el tema de identidad de género o la orientación sexual. En Algo de Todo sí, pero muy por arriba, por ejemplo la primera estrofa habla del sexo anal, muy metafóricamente. Pero bueno es un guiño que, si se descubre, está.                      

¿Y los recuerdos de vidas pasadas dónde se plasmaron? 

En Hilo de Plata. Ahí lo que se narra es una situación romántica, fogosa, erótica en el río Nilo. Las piernas y el río, el agua. Anteriormente el tema se iba a llamar Isis, por la diosa egipcia, pero conceptualmente no terminaba de cerrar  meter la mitología egipcia dentro de los nombres de los temas del disco y bueno, Hilo de Plata suena más transhumanista que Isis. Durante toda la cuarentena estuve muy profundizada en leer sobre civilizaciones antiguas, la Atlántida, Egipto. También tuve como una regresión a una vida pasada en Egipto y tenía ganas de meter algo de esa experiencia, como algo más místico o esotérico, creo que el disco también tiene bastante de eso. Incluso la idea de la portada, la tapa terminada, me llegó en una meditación y tuve que directamente dibujarla para no olvidarla. El título del disco también. No sabíamos cómo ponerle. La idea de Dímelo estaba hacía un montón de meses y Baro soñó que el disco ya había sido publicado y la gente le decía ‘che, que bueno está Dímelo’. No necesitamos más para acordar que ese iba a ser el nombre.

¿Y la palabra de dónde surgió? 

Una vez zapando una especie de track que repetía la palabra como si fuera sampleada. Ese track iba a ser parte del disco pero nunca llegamos a terminarlo. Pero de esa zapada quedó el nombre. Está basado en que, diciendo, las cosas se transforman. A veces creemos que es mejor no decir algo para no herir, como por ejemplo en la letra de Cabeza«Si tuviera que decirlo sé que haría mal»—, pero lo que elegimos no decir queda guardado en algún lado, entonces a la larga te termina dañando. Eso está en la letra de Fénix, con «No decirlo será morir de nuevo». Hay una relación muy vista desde lejos, no muy obvia, del nombre Dímelo con las esfinges de la tapa. En el mito de Edipo la esfinge le exige a Edipo una respuesta a su acertijo, así que básicamente está diciendo ‘dímelo, dime la respuesta’. También está relacionado con esta idea de la esfinge que anuncia el final o lo catastrófico. Por eso el paisaje de nubes celestiales de fondo me parece un contraste que queda muy lindo.               

Después de todo este tiempo, ¿qué significa para vos el disco? ¿Qué sentimientos, qué canalizaste en él? 

Es bastante irreal, porque pensábamos que no lo íbamos a terminar más. Es muy loco también porque vengo escuchando las últimas versiones de los temas en orden hace más de un año y ahora, al compartirle el disco a amigues o a gente cercana para que escuche, o mismo compartirlo para notas o cosas así es muy gratificante. Como que el disco termina de cobrar vida, de tomar forma, cuando la gente lo escucha y queda interpelada por él. Es también un disco que resume casi tres años de la banda. Hay temas que incluso se empezaron a componer en 2017. Grito en la Oscuridad lo ensayamos más o menos desde principios de 2018, pero la letra no estaba terminada. Adopté también es de esa época, que se lanzó primero como single. Después hubo temas que nacieron directamente en la cuarentena. Capaz si al disco lo hubiéramos lanzado en marzo del 2020, en otra dimensión paralela donde no hubo cuarentena, no iba a tener Fénix, por ejemplo. Es un momento muy bisagra, muy emocionante para la banda. El día que Agus mandó la carpeta con los másters terminados no lo podíamos creer. Pensar que empezamos a producir el disco en abril de 2019 y se terminó a principios del 2021. Fue un poco como ‘¡al fin terminamos este disco de mierda! ¡al fin nos lo podemos sacar de encima!’. Y por otro lado de disfrute, porque ahora es escucharlo, no hay que cambiarle nada más, grabar nada más. Fue un trabajo muy duro.

 

Fus Delei presenta ’Dímelo’ y podés escucharlo acá: