La formula detrás del regreso de Valentín y Los Volcanes
Fotografías: Ariel Valeri
Después de una pausa abrupta y sorpresiva, Valentín y Los Volcanes vuelve a tocar en La Plata tras un año y medio. Para entender las razones que colaboraron a ese parate e impulsaron esta vuelta, José Maldonado habló con Nicolás Kosinski y Jo Goyeneche.
¿Por qué vuelve a reunirse una banda de rock? ¿Cuáles son los motivos por los que deciden volver a verse las caras, hacer música y subirse a un escenario? ¿El dinero? ¿Una suerte de revancha? ¿Por manija? En el caso de Valentín y los Volcanes, la fórmula tuvo un poco de nostalgia, alcohol y algunas conversaciones trasnochadas vía Whatsapp.
“Fueron mensajes cruzados”, cuenta ahora Nicolás Kosinski, el guitarrista. “Nosotros somos todos de ir a ver bandas y cada tanto alguno se emborrachaba en un recital y mandaba mensajes onda ‘los extraño, quiero tocar’. Todos fuimos respondiendo en la misma, menos uno, el más mala onda. Hasta que un día cayó y mandó un mensaje: ‘Estoy borracho, los extraño, quiero volver a tocar’. Al toque nos juntamos”.
La historia de uno de los retornos del año es honesta, un poco punk y con una sensibilidad particular. Igual que muchas de las canciones que llevaron a Valentín y los Volcanes a pasar de promesa a nombre fuerte del rock platense en los inicios de la década, un momento de expansión, crecimiento y enorme visibilidad para la escena local.
Con su ópera prima Play al viejo walkman blanco (2010), la banda conectó la sintonía del sonido emergente con una poética en la que podían convivir homeless con Holden Caulfields sueltos por los pasillos de la facultad. Todos los sábados del mundo, su inspiradísimo disco de 2013, los convirtió en la nueva gran cosa del rock local. De su tercera incursión en el estudio, bajo la batuta de Tweety González, salió Una comedia romántica (2015), un disco con guiños a la tradición del rock nacional que los llevó a pisar escenarios como el del Cosquín Rock.
Ese show en Córdoba, en febrero de 2017, fue justamente el que marcó el fin de aquella primera etapa de Valentín y los Volcanes. “Fueron años de muchos viajes, muchas noches fuera de casa”, recuerda Jo Goyeneche, “Tocamos en Cosquín y nos separamos -resume Nico-. En plena ruta, nos hinchamos las bolas. Fueron muchos años. Teníamos ocho, nueve años de tocar juntos. Y todos inquietos, con proyectos paralelos”.
La banda se tomó una pausa abrupta y sorpresiva que ahora parecen haber dejado atrás sin mayores expectativas que la del reencuentro musical. “Ya había pasado un tiempo prudencial. Volvimos a sentir entusiasmo y ganas de tocar esas viejas canciones” dice Jo Goyeneche.
A la hora de mirar atrás y de reflexionar sobre el regreso, Kosinski es claro con respecto a la identidad y la pertenencia. “Hubo algo muy fuerte con la banda en cuanto a etiquetas, el ‘indie platense’, todo eso -admite-. Yo no reniego para nada, estuvo buenísimo y nos dio lugar a ser parte de una escena muy fuerte en ese momento. Después, fue derivando en distintas cosas. Hubo bandas que evolucionaron y crecieron en popularidad y sonido, como El Mató; otras que conservaron algo muy originario del género, y las que estábamos haciendo lo que nos gustaba. Yo siento que hicimos justamente eso, lo que nos gustaba, más allá de que teníamos mucha conciencia de a dónde pertenecíamos”.
El regreso formal fue unas semanas antes de la esperada fecha platense, mañana sábado. En La Confitería, Valentín y los Volcanes volvió a pisar un escenario y a sentir que la química tanto de la banda como con el público estaba intacta. “Veníamos sintiendo que había buena energía, pero lo confirmamos ahí”, cuenta Nico.
Por ahora no hay más proyecto que el reencuentro musical, que terminará de concretarse en el escenario de Guajira. “Nos entusiasma justamente la idea de no tener planes muy serios ni compromisos demasiado agobiantes -dice Goyeneche-. Nos atrae hacer recitales más esporádicos pero más intensos”.
“Me gusta la propuesta de normA, que se siguen juntando cuando tienen ganas. Tocan, la rompe y hacen lo que quieren”, se entusiasma Nico.
Por ahora, no hay planes de volver al estudio, ni mayores proyectos que recuperar la alegría de tocar esas viejas canciones. Lo dicen ellos: “Queremos seguir haciendo lo que nos gusta”.