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Alejo Klimavicius: Cuestión de verse bien

Fotografías: Mag García

Mag García conversó con Alejo Klimavicius para entender la transformación musical, personal y estética que atraviesa el músico tanto en Fus Delei como en El Estrellero.  

Son las diez de la mañana y Alejo Klimavicius camina por Plaza Rocha de La Plata hacia el Café de las Artes. Lleva puesta una camisa amarilla metida dentro del pantalón violeta que corona con un cinturón de charol rojo. Su pelo teñido de rosa combina con él. Una delicada línea negra resalta los ojos del resto de su rostro anguloso.

Se trata del mismo Alejo que unas noches atrás se subió con Fus Delei al escenario de Pura Vida cercado por redes de plástico naranja. El mismo Alejo que, días después, se presentó junto a El Estrellero en el Festival Ciudad Emergente de Capital Federal. Y, también, el mismo Alejo que se toma el tren Roca para ir a cursar la carrera de Música y Tecnología en la Universidad de Quilmes.

“Para mí es algo que se elige. Yo prefiero que el personaje que hago en vivo sea igual al cotidiano, al menos en la forma de verse. Creo que, si no, pierde peso tanto una como otra cosa”, dice mientras su mano adornada con anillos revuelve un café negro. Este Alejo no es el mismo chico introvertido que hace un año cantaba y tocaba su guitarra con el pelo corto, bigote oscuro y pantalones achupinados.

¿Labios pintados de rojo? ¿Medias de red? ¿Aros? ¿Qué viene después?, pregunta su madre mientras Alejo se prepara para salir de su casa. “Y si tenía miedo de salir así por lo que pudieran decirme en la calle, cruzo la puerta pensando: «díganme lo que quieran»”. Alejo Klimavicius ha mudado lentamente de piel, y la lleva con orgullo a cada aspecto de su vida.

No se trata, sin embargo, de un mero cambio de apariencia. Es la expresión tangible de un cuestionamiento, una pregunta, una búsqueda artística y personal: En un pasillo con diez puertas, antes quizás abría sólo dos. Ahora quiero ver qué hay detrás de cada puerta y recién ahí pasar a otro pasillo”, asevera. Y esa búsqueda se plasma por completo en Fus Delei, la banda que integra junto con Agustín Buaon, Gregorio Jáuregui, Juan Latrubesse y Tomás Marcucci.

Quiero exprimir mucho más cada cosa de mí y de la banda”, dice Alejo. Pero ya no basta con la música: “Estamos tratando de entender el mundo de las artes escénicas, de lo dramático, lo performático”. Así, el grupo crea una estética visual que se une con fluidez a su sonido tan rosado como oscuro. Maquillaje artístico, vestuarios excéntricos y juegos de luces se condensan en sus shows que se acercan cada vez más a la teatralidad.

“La primera impresión de la banda tiene que llamar la atención. Yo ahora estoy muy metido en maquillaje, vestuario, cómo combinarlo y distribuirlo entre los cinco”, señala. Y de hecho, cada uno de sus integrantes parece haber sido tocado por la varita andrógina de Alejo. Pero él bien sabe que, para que el exterior se vea sólido, el trabajo debe ser interno. “Para llevar algo al vivo primero lo usamos en la vida cotidiana. Es más fácil. Así, ya sabemos que vamos a estar cómodos”. Los Fus Delei no se disfrazan, buscan “que en la superficialidad se exprese el trasfondo”.

Y en los tiempos que corren, la superficialidad se extiende (e incluso domina) al plano virtual. Entonces, la cuadrícula de Instagram se convierte en otro espacio donde la impronta visual se refleja. “Quisimos conectar las fotos que subimos tanto con la música como entre ellas. Que todo pueda llegar a ser arte de una manera más completa”. Las redes sociales también definen la búsqueda estilística del grupo. “Me gusta mucho que se pueda ver bien ya sea con el zoom en el detalle o con una visión más panorámica”, agrega.

Pero el trasfondo no se encarna únicamente en la imagen del grupo. Esto también emerge en las letras de sus canciones que Alejo canta en los shows usando lenguaje inclusivo: “Al principio no me gustaba, después le di una chance. Lo entendí pensándome a mí mismo como un ente, un ser, una persona y no un género. Y si podía aplicarlo al plano individual, también tenía que llevarlo al exterior”. La deconstrucción va por dentro.

Aún así, el afuera choca fuerte: “Hay una tendencia a encasillarlo todo. Lo masculino, lo femenino, incluso lo drag. Ante una falta de respuesta concisa, ante una falta de etiqueta, lo primero que puede llegar es la violencia. Es cuestión de mirar con ojos abiertos y no con ojos enojados, entrecerrados”. Para Alejo Klimavicius, es cuestión de ver bien. Y es también, una cuestión de actitud: “Se trata de romper un poco con eso de «esto no se puede hacer, aquello no se puede usar, no va a quedar bien, no te lo podés poner» ¿No se puede? Bueno, entonces vamos a hacerlo”.

Duerme con los visitantes y juega con los locales.