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Maxi Prietto y Andrés Calamaro: La buena educación sentimental

Fotografías: Gentileza de prensa

La admiración que Andrés Calamaro siente y declara públicamente por Maxi Prietto se tradujo en su participación en Boleros y Canciones, el disco que el cantante de Los Espíritus sacó junto a Poli de Sr. Tomate. Oscar Jalil dialogó con El Salmón para ADM sobre su relación con el género, su acercamiento al proyecto y sus sensaciones sobre el disco.

Roland Barthes sostenía que “lo verdaderamente reprimido de la cultura no es lo sexual sino lo sentimental”. El autor de Fragmentos de un discurso amoroso (1977) advertía sobre las ataduras del imaginario emocional y los prejuicios ante expresiones desbocadas en materia afectiva. Del lado de los desinhibidos, Natalia Politano y Maxi Prietto asumen la fascinación por el cancionero romántico sin miedo a pisar el verdín de la cursilería: en Boleros y canciones hay perfume a tequila destilado en noches de desmesura, la memoria inclusiva del Winco familiar y un expresionismo jugado para meter las patas en la fuente del dolor. Escuchar “Témpanos lejanos” y luego saltar a “Cigarrillos”, temas compuestos por la voz de Sr. Tomate y que no desentonan en un repertorio encabezado por gigantes como Cuco Sánchez o Agustín Lara, sirven para confirmar la veracidad del relato y concretar nuevas fábulas de amores averiados como las súplicas que se escuchan en clásicos como “Historia de un amor” o “Veinte años”.

Junto a los arreglos de cuerda y la producción delicadísima de Charly Pacini (Orquesta Típica Fernández Fierro), Boleros y canciones incluye varios invitados en donde los nombres de Gustavo Santaolalla y Andrés Calamaro parecen santificar a los indies románticos. Sin embargo, nada de eso sucede y hasta podría ser al revés. Las canciones mandan y eso se nota en la versión de “Guitarras lloren guitarras”. El bolero de Cuco Sánchez selló la admiración y el reconocimiento que el ex Abuelo de La Nada declara públicamente por Prietto. Su participación en el disco es otro movimiento de un juego de devociones y encantamientos que estimulan el fervor manija del autor de “No me pidas que no sea un inconsciente”. En plena semana de lanzamiento del estupendo Cargar la suerte, El Salmón hurga en la cosmogonía del bolero, es una especialista y también un sparring del género, pero resulta más interesante escucharlo hablar como un melómano compulsivo feliz de que su nombre figure en otro disco que hará historia.

-¿Recordás tus primeros contactos con el bolero? ¿Qué interesa del género y cómo te influyó?

-El bolero está en el aire. Además es el único ritmo de la clave que resultó popular en Argentina. Más que la salsa, que no se conoce pero se sabe bailar. La clave entró al Ballroom. Todos crecimos respirando Manzanero y los tríos, o Javier Solís, el bolero mariachi. La música popular en Argentina tiene una tendencia melódica que provoca que los boleros nos resulten familiares, algo nuestro. En otro términos, el bolero es “una época” de grandes arreglos y cantantes, Rolando Laserie, Daniel Santos y más, antes de los soneros que incorporaron el bolero al multi-género de la salsa.

-¿Cómo te llevas con el dramatismo que a veces se impone en la interpretación de la canción romántica?

-Sinceramente, interpreto el bolero lo más afinado que puedo. No tengo trucos de crooner latino, como esas entradas esperando para después cantar más palabras juntas con gracia, o hacer roncar sutilmente una vocal en algún momento de la frase. Y no tengo memoria para estudiar realmente a los grandes cantantes, los escucho solamente. Entonces canto en mi estilo, sin hacerlo teatral, interpretando pero sin muchos gestos. Lo mismo con una letra sentimental o graciosa o rebelde. Canto letras graciosas sin sonreír y boleros terribles sin llorar.

-¿Cómo surgió la posibilidad de grabar “Guitarras, lloren, guitarras” y qué significa para vos esa canción de Cuco Sánchez?

-No la conocía. Nos acabábamos de conocer y Maxi me mostró esta grabación en marcha. No pudo haberme gustado más. Usé la telepatía o el entusiasmo para hacerme invitar al disco. Grabamos en mi casa con Maxi y Pablo Barros, el ingeniero.

¿Qué te sucede cuando escuchás “Boleros y canciones»?

-Es un gran disco. Así se graba un disco y así tiene que sonar. Maxi sabe lo que quiere pero también sabe lo que no quiere. Es una doble virtud. Esta cantado con elegancia, ejecutado con clase. Es un gran disco contemporáneo. Un disco que debería escucharse en todo el mundo al igual que el último de Los Espíritus, grabaron un disco que va a permanecer entre los mejores discos de esta época. Los Espíritus no es Maxi solamente, son talentos con diferentes registros. ¡Qué artista importante! ¡Qué encanto!

-¿Y Poli?

-Escribiendo originales y cantando dos clásicos muchas veces escuchados. Lo tiene todo: color vocal, seducción. Es discreta y elegante. Cantante y mujer cantando boleros. ¡Irresistible!

Es periodista para seguir conectado con la música, entrar gratis a los recitales y ambientar espacios tan diversos como una muestra de arte, un bar-mitzva o el Lolaparocha. Jura y perjura que nunca tomó una ginebra con Luca Prodan y todavía compra discos.