Marto Remiro se pone a prueba con Los Años Rojos
Fotografías: Valen Saavedra y Ine Cantoni
A partir de la creación de Los Años Rojos, el músico debuta como cantante y compositor principal. “Necesito del contacto humano”, le dijo a Lucas “Pino” González, que habló con él sobre su nueva faceta.
A Martín Remiro le cuesta ser la voz principal de Los Años Rojos, la banda que inició en 2017 junto al violinista Javier Li. Lo admite, pero no reniega. Tras su paso por Thes Siniestros y Peruano, donde compuso, hizo coros y tocó la guitarra, tuvo que asumir la responsabilidad y el protagonismo. En parte, por una necesidad: ya no quería trabajar para un cantante. Por otro lado, fue la única condición que le planteó su compañero para sumarse al proyecto.
“Está bueno, porque te parás desde otro lugar. Es una preparación y una búsqueda constante”, dice Marto, como se lo conoce en la escena de La Plata. Su debut como intérprete fue en 2018 con la publicación de La vida que llevás y El lugar. Editados por Pontaco, sello creado por los integrantes de El Estrellero, fueron dos EP’s pensados originalmente como una sola obra. Una vez en el estudio y bajo la guía artística de Juan “Ponche” Abraham, los contrastes se hicieron notorios: el primero era rabioso, crudo y hasta punk, mientras que el segundo apelaba a un costado más íntimo y reflexivo.
Pese a los matices en las producciones, el timbre de Remiro se acopla muy bien. En una época dominada por el AutoTune, exhibe un registro ameno, cálido y sobrio, que muta de acuerdo a la situación y que luce en temas como “La noche” o “Sociedades”.
Aunque su debut como frontman llamó la atención él no parece darle demasiada trascendencia al asunto. Era lo que debía hacer, entiende. Era lo que el proyecto que completan Vicente Jalil (bajo y voz), Fermín Ferreyra Rey (teclados) y Germán Sinegub (bateria, octapad y percusión) requería en aquel momento, alguien que juegue en función del equipo.
También fue lo que Marto buscó cuando pensó Los Años Rojos. “Necesito del contacto con las personas, con otros seres humanos. Salir a tocar, ir a tomar mates. El intercambio de ideas es fundamental y me da mucha felicidad”, indica. De igual manera, reconoce que nunca se imaginó como solista, que si no hace música se deprime, que dejó el pucho para rendir mejor arriba del escenario, que es fanático de Julio Verne y que padece mucho más escribir que cantar: “Lo sufro y lo disfruto al mismo tiempo”.
A diferencia de lo que ocurría en Thes Siniestros y Peruano, donde la autoría era compartida, ahora emprende el rol de compositor principal. “Es algo que me cuesta, por eso le metí mucho. Traté de ser sincero conmigo mismo, porque no podés decir cualquier cosa”.
La inspiración para tal empresa, menciona, surgió de las novelas gráficas, lectura predilecta. “Me gustan mucho las de Tute, en especial Dios, el Hombre, el amor y dos o tres cosas más, que habla sobre las relaciones”, revela y permite conjeturar que de ahí nacieron frases como “Es que en estos tiempos / No hay lugar para tu corazón”, “Que bueno que dijiste que ya no podías callar” o “El este no durmió / Espera la salida de los huéspedes de hoy”.
Para un primer intento, se muestra conforme con el resultado final. Teniendo en cuenta su carácter de novel, confiesa que es todo un logro. Todo un aliciente en un contexto sociocultural desfavorable para desarrollar cualquier tipo de actividad artística. Donde aumenta todo menos el precio de las entradas a los recitales de bandas independientes y planificar a largo plazo es prácticamente imposible o un deporte de alto riesgo.
“Por momentos es ingrato y prácticamente no se gana plata, pero no deja de ser extremadamente satisfactorio”, analiza Remiro, pero se anima y avisa que están pre produciendo un par de canciones nuevas, dos o tres que ya quieren grabar. Si sale como lo presumen, para las vacaciones de invierno volverían al estudio. Entusiasmado, proyecta: “Aunque no pueda vivir de la música, si en 20 años puedo seguir tocando, la habré pegado”.