Mostruo!: la clave del éxito
La banda sigue presentando Moderno y reflexiona sobre el paso del tiempo, qué significa pegarla y habla del particular vínculo con su público platense
Faltan apenas unos días para que Mostruo! vuelva a salir a escena, pero la rutina de la banda apenas se altera. Es jueves a la mañana, temprano, y hacen un último ensayo para repasar la lista de temas del show del sábado en Pura Vida. La banda que fundaron a mediados de los dos mil Lucas Finocchi y Kubilai Medina junto a los hermanos Mutinelli gira por los escenarios de la ciudad hace 15 años. A esta altura, todo funciona como un mecanismo aceitado. ¿Cuántas veces tocaron en Pura Vida? ¿40? ¿50?
Y sin embargo, el sábado después de las 12, cuando suban a escena, volverán a sentir esa energía única. Va a ser la tercera fecha del año, la primera después de la presentación de Moderno, el disco que marcó una vuelta al sonido clásico de la banda. En abril pasado, tocaron en Guajira a sala llena, con un show que confirmó el vínculo especial que une a Mostruo! con el público platense.
Arriba del escenario, la banda suena como pocas. “El mejor vivo de la ciudad y tal vez del país”, arriesgó un periodista en una de las crónicas del lanzamiento de la salida del nuevo disco. El ingreso de Santiago Rogatti en la batería, en reemplazo de Luciano Mutinelli, no cambió nada. Mostruo! funciona como una orquesta con enorme oficio, que puede ir del rock al funk pasando por el boogie, la canción y la balada. Tampoco había pasado en 2014, con el ingreso de Gabriel Ricci en el bajo. Mostruo parece ser algo mucho más grande que la suma de todas sus partes: dos cantantes, guitarristas y compositores con virtuosismo, oficio y talento, con una sólida base rítmica con versatilidad para tocar lo que sea.
Pero hay algo más que el oficio rockero en los shows de Mostruo!: la conexión emocional con el público. “Nosotros somos muy agradecidos de eso -dice Lucas-. El año pasado nosotros tocamos en La Plata 15 veces y siempre estuvo lleno. Hay mucha gente que va a vernos y no sólo va. Va y canta, se copa, se conecta”.
“Con Kubo somos muy emocionales para tocar. No somos muy virtuosos ni nos vestimos con ropas raras… apostamos mucho a que la canción y el sonido produzcan un efecto. Y la gente se fue copando con eso. Les pasa algo. Yo no sé describir qué es. Apostamos a eso sin tener una estrategia; se fue dando así. Siempre pasa y es muy gratificante”.
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La irrupción de Mostruo!, entre 2004 y 2005, pudo haber tenido algo de esas trayectorias iniciales de bandas destinadas a pegarla. Gustavo Cerati los eligió como grupo revelación en la encuesta de Sí! de Clarín del año 2006, cuando eso todavía significaba algo en el negocio del rock. Además, incluyó el tema “Dios”, de su primer disco “Grosso” para el playlist de artistas nuevos que sonó en los parlantes del Monumental antes de que Soda Stereo salga a escena en los míticos recitales de 2007.
Mostruo tenía, además, algo indispensable para las bandas que empiezan a asomar en una escena: una clave para entender su particular propuesta en pocas palabras. Apenas un par de coordenadas a través de las cuales podía decodificarse rápidamente. “Rock de guitarras de los setenta”, repetían las notas periodísticas. “Sonido valvular, funk, baladas, power chords e inspiradas letras existencialistas con mucho humor”. El hecho de que Kubilai sea hijo del bajista de Manal Alejandro Medina ayudaba. “Herederos de la tradición pesada del rock nacional”, era otra de las frases que se usaban para describir al grupo.
Pero desde el principio la banda pareció tener muy claro qué lugar quería ocupar y qué pensaba de la idea clásica del rock. Basta repasar los títulos de los discos para verlo. Si Grosso (2007) servía como una suerte de chiste en una tarjeta de presentación, La nueva gran cosa (2008) ya tenía una mirada mordaz sobre la explosión de la escena del rock platense y su propio lugar en ese horizonte. Perfecto (2011) no sólo marcó un claro salto de calidad compositivo, con canciones que se convirtieron en verdaderos himnos del grupo, sino que comenzó a ubicarlos en las ligas mayores del rock local.
En el medio, la banda fue creando una obra y una trayectoria de las más sólidas y coherentes de toda la camada de bandas que surgieron en La Plata a principios de los dos mil. Una obra que le permite, por ejemplo, hacer shows de dos horas con grandes éxitos de todos los discos sin agarrar ningún bache en el camino.
En esa extensa discografía, Moderno, el disco que lanzaron a principios de año, significó un claro regreso a las raíces sonoras de la banda, después de Profunda Desorganización, que marcó un giro hacia el mid-tempo, más cercano a la balada, más melancólico.
El aporte de Juan Ravioli, que fue productor del último disco, tuvo que ver bastante con esa impronta. “Moderno es rockero. Vuelve a ser un poco setentoso, después de Profunda…, que tenía otro abordaje sonoro, más sintético. Alfredo Calvelo, que produjo los discos anteriores, tenía un tratamiento del audio mucho más exhaustivo. Y Juan trabaja con lo que hay y se queda con eso. Es más como una pintura de lo que tocamos en vivo”, explica Lucas.
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Unos días antes de la fecha, con la paciencia del que conoce tanto de rock como de periodismo, Lucas Finocchi se somete a una rueda de prensa que incluye una nota en una radio de City Bell. El conductor quiere saber si le hubiese gustado pegarla con la banda, vivir “la experiencia del éxito”. “Me refiero a ser popular, que acá se empiece a juntar gente atrás del vidrio”, le explica. “No -lo interrumpe rápido Lucas-. Creo que nadie está preparado para eso. Es decir, yo compongo canciones, las grabo en un disco, estoy buscando que alguien me vea, me hago cargo. Pero también hago un tipo de música y de una determinada manera que no está buscando la masividad. Por ahí es medio romántico lo que digo, pero creo que hay algo en la obra que también determina la posibilidad de que lo tuyo sea masivo. Hay casos de bandas que en determinados momentos le hablan a una generación. El Mató, por ejemplo. A mí me encanta El Mató. Ellos entraron en una fibra de su época, son la voz de su generación, como le escuché una vez decir a Chivas, de Norma. Creo que lo que nosotros hacemos no tiene esas características”.
“Tenemos muchos años en esto. Eso te va haciendo entender cómo funcionan las cosas. Y entendés que para que haya un cierto grado de popularidad tiene que pasar algo, tiene que haber una canción que se meta en la vida de la gente o ganar un premio o algo. Y esas cosas a nosotros no nos pasan”, se ríe.
Un rato más tarde, a la salida de la radio, Lucas da otra entrevista, esta vez para gráfica, en un café de la calle Cantilo. Ahí le vuelven a preguntar sobre lo mismo. “A veces me dicen ¿por qué no la pegan?. Yo entiendo: no tengo una Ferrari ni vivo de Sadaic -dice-. Pero hay algo que la música te puede dar que a nosotros nos lo da. Un montón. A eso me refiero con el éxito. Esa idea de que tiene que haber un pico… es para muy poca gente, sobre todo en el mundo del arte. No es tan fácil. Yo creo que Mostruo! es una banda terriblemente exitosa. Hemos logrado tocar 15 años, nos viene a ver gente. siempre hay movidas, siempre podemos sacar discos. Yo soy muy agradecido a eso”.
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No tener una escala de masividad significa, entre otras cosas, que tienen que encargarse de muchas tareas, repartidas entre todos. “No hay mucha gente dando vueltas alrededor de Mostruo!”, aclara Lucas. Kubilai se ocupa de la gráfica; Juan Soto hace los dibujos de tapa desde el inicio; Alfredo Calvelo fue quien primero los produjo y hace algunos años se sumó como un miembro más, a cargo de arreglos de teclados y guitarras. Mostruo! graba siempre en el estudio de Calvelo, Hollywood. Oscar Trani es asistente de la banda en los recitales y el sonidista es Joaquín Castillo.
“Vivimos con Kubilai la música de una manera muy similar -explica Lucas-. Hemos intentado tener una estrategia de banda más para el crecimiento… alguna vez: traer a alguien que haga prensa, a alguien que haga de manager. En algún punto no podemos soltar las decisiones; hacemos lo que queremos, siempre”.
Con todo eso, cada fecha vuelve a activar un mecanismo con un combustible que no se acaba. Mostruo! toca para un público que conoce sus canciones, que sigue la banda. “Le cantamos a quienes nos escuchan, son de acá, nos vienen a ver. La gente que conoce las canciones se copa, en general -resume Lucas- Hace mucho tiempo que hacemos shows largos. Dos horas. Para mí es una barbaridad, si voy a ver a alguien y toca dos horas me quiero matar. Pero la gente te lo demanda. Hemos hecho shows más cortos y nos putearon. Hay una dinámica de tocar y tocar mucho. En La Plata se estila que si sos de acá tenés que tocar dos o tres veces al año, no sé, para no quemarte. A nosotros tocar nos encanta”.