Paz Kumelen y el perreo transmapuche
Fotografías: Hernán Caamaño
Marika de barrio, raperx, DJ, mapuche y activista trans. Sol Ambrosetti cuenta la historia detrás de Paz Kumelen, unx artistx fuera de cualquier etiqueta.
“Enciende la llama que ayer se apagó/enciende la llama que ayer se apagó”, rapea Paz Kümelen, micrófono en mano y perreo feroz sobre el escenario de Guajira. La noche levanta temperatura y abajo del escenario decenas de chiques le siguen el ritmo y repiten el mantra como en un trance.
Es difícil decir quién es Paz. Antes muerta que sencilla. En el DNI que tramita desde hace un año, su nombre es Kümelen Berti. Se define marika de barrio, raperx, DJ, mapuche y activista trans. Y si bien habla de sí misma en femenino, insiste en que no se siente mujer ni varón. En rigor, con solo verla cualquiera se da cuenta de que es la encarnación misma de lo no binario.
De día, un viernes primaveral de noviembre, Paz llega a la entrevista con el andar liviano, rulos al viento, shorts blancos y uñas rojas. Abajo del escenario, es serena, sonriente y discret. Arriba, en cambio, es un torbellino de energía y seducción.
Cuando alguien le comenta lo sexy que se ve arriba del escenario, Paz se sonroja. “Bailo así desde chiquita -explica-. Con mis amigas no nos perdíamos una. Era ir a una fiesta y dejarlo todo en la pista, todo. Eso tiene que ver con mi idea de descolonizar. Mi identidad está más vinculada a sacarse cosas que a ponerse”.
Su primer disco, “Patagonia Emergente”, salió a la luz en 2017 bajo el sello Bacana Records. Fue ese trabajo el que la trajo a La Plata, donde vive Cristian Puschel, su productor. “Es la ciudad donde más fans tengo”, asegura. Disponible en todas las plataformas digitales, “Patagonia Emergente” suma una decena de canciones que combinan cumbia, funk carioca, reggaetón, trap y rimas con denuncias políticas y transfeministas.
Este fin de año la encuentra a mil: la marika de barrio acaba de llevar su show al coqueto Centro Cultural Recoleta y está ansiosa por la presentación de dos nuevos videos. Uno se llama “Perreo General” y se podrá ver on line este diciembre: “Tiene una estética neoturra, deportiva, glam y futurista”, explica..
El otro video se llama como ella, “Kümelen”: “Es un nombre de origen mapuche que vendría a ser como la traducción de ‘paz’; con estar en equilibrio con la naturaleza, con estar en armonía y feliz”. Lo financió gracias a un premio que recibió del Fondo Nacional de las Artes: “Es una canción que habla de la lucha de los pueblos originarios a través de una trama histórica: somos 15 descendientes de mapuches y lo filmamos en mi ciudad, Allen, en la provincia de Río Negro, y en el río”.
Descolonizade
En momentos en que Bolivia parece retroceder 500 años en la historia de América, Paz explica que su video “Kümelen”, “habla de la recuperación de algo que desapareció por el afán de colonizar, que nos viene desde la escuela en la que te dicen que tenés que hablar español, que tenés que ser hombre o mujer y que tenés que pensar como si fueras blanco y europeo”.
En rebeldía contra cualquier forma de “colonización”, Paz se apropia y resignifica palabras nacidas del odio y las usa a su favor. “Es que yo no tuve ganas de seguir colonizada. Sabiendo que en mi historia hay esclavitud, racismo, sacrificios y luchas, ¿cómo me voy a hacer la boluda? Toda una sociedad haciéndose la boluda… yo no tenía ganas. Entonces dije: ¿Vieron esta persona que baila así, que usa IPhone, que hace música electrónica? Bueno, esta persona tiene sangre mapuche, es sudaca, es trans y es marika de barrio. Retomo esas palabras siempre para darles poder”.
El barrio patagónico de la ciudad de Allen en el que se crió se llama “Santa Catalina”, pero para ella y sus amigues es “El Santa” a secas. “Es uno de esos barrios de departamentos que les daban a las familias de clase media-baja en mil cuotas y en el que viven 600 familias en una cuadra”, cuenta Paz. Para conocerlo basta con buscar en YouTube el video de su canción “Emergente”, filmado en esa barriada popular que la vio no solo nacer, crecer, sino también despojarse de identidades impuestas, transformarse.
En esas imágenes se la puede ver cantar y bailar arriba de los techos de los departamentos. O, glamorosa, subida a un aro de básquet. La canción combina estrofas en portugués y en español y Paz aparece de mil formas: en cuero, con pollera, con aros, con trenzas, con lentes, vinchas y ojos maquillados siempre al ritmo de rimas pegadizas que recomiendan vivir “con calma en la mente, sin ser inconsecuente, transforma tu ambiente y busca buena gente”.
En “El Santa” vivía con sus padres, dos hermanas mayores y sus abuelos. Por el lado materno viene la sangre mapuche que ama y reinvidica. “Siempre, de chiquita quise ser diferente: mis primos jugaban al fútbol y a mí no me gustaba, mis primas a la muñecas y tampoco. Entonces mi abuelo, que habla poco pero es muy observador y sabio, me llevó un día a la quinta y me dijo ‘vos podés plantar’, y eso me gustó. Él me dio una alternativa y hoy te planto lo que quieras”.
O mundo é meu
A los 20 Paz pateó el tablero: dejó el clima patagónico por el tropical y se fue a Brasil como mochilera en un viaje que marcó un antes y un después en su vida personal y artística.
“En Florianópolis conocimos una rapeada en otro flow, mucho más libre, con percusión electrónica pero con sonidos afro muy tribales, entonces empecé a averiguar qué era eso, y era funk brasilero nacido en Río de Janeiro”. Ahí mismo decidió conocer a fondo ese mundo musical que le desató el cuerpo y viajó a Río, adonde vivió tres años y comenzó su carrera como DJ.
“En una movilización contra el G20 conocí a un grupo de chiques anarco-funkies que se organizaban en las favelas. Compartimos varios bailes y la cultura del funk que me reinfluenció, así fue que empecé a soltarme en ese flow porque siempre me gustó bailar y si algo me permitía ese ritmo era soltarme”, cuenta Paz y recomienda escuchar a Karol, una rapera brasileña a la que admira y a Linda Quebrada “una trans amiga de Sao Paulo”.
Dice que está feliz por los nuevos espacios que están adquiriendo las mujeres en el mundo de la música, pero advierte que no pasa lo mismo con las disidencias: “No somos las más contratadas, las mejores pagas ni las más difundidas; nos dan un espacio muy acotado tanto en festivales como en el mercado y eso que tenemos, muchas veces, productos de mayor calidad”.
Pero Paz no pierde la esperanza. “Si bien siempre estuvimos en el margen, ahora la cosa está cambiando. Digamos que el margen se organizó”, explica. En diciembre hará shows en Bahía Blanca y en Allen, su ciudad natal y, en enero, no piensa perderse el Festival de la Diversidad en El Bolsón: “Recién el 15 de febrero volvemos a tocar en La Plata con las energías recargada” y avisa: “No se lo pierdan, vamos a seguir perreando hasta morir”.