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Delfines Entrenados Para Matar y el sonido de la Insolación

El sexteto platense presenta su primer disco.

Fotos: Lucas Yalet y Juana Giusso.

 “Siempre crecimos lejos de la costa” entona, sin mentir, Marcial Cambi la voz de este grupo conformado en el 2017 en la ciudad de las diagonales.

 Las ocho canciones de este debut de larga duración se ubican en una zona difusa entre acordes rockeros con guitarras que suenan firmes, y distorsiones propias de ritmos más bailables. 

En el primer tema sentencian que los aburre la careteada, y un poco el clima de protesta se traduce en la rudeza de la batería, a cargo de Bruno Pilia, que emula ese sonido desprolijo pero controlado propio del agite en un sótano.

 Con títulos alusivos a la costa y vida de playa, las canciones no pierden de vista la búsqueda personal o los desastres naturales.

Copacabana, el cuarto tema, rompe un poco con el clima de reclamo y revelación, con teclados más distópicos y por qué no un verso final con rima muy al estilo Cuarteto de Nos.

 Coproducido junto a Mariano Machao (Reales) y Agustin Buaon (Fus Delei) Insolación genera una atmósfera conceptual uniforme, donde por momentos el sonido remonta a lo mejor de los Strokes y esa nueva fórmula rockera de los 2000.

 Delfines Entrenados Para matar, entre tanta teoría tiene un plan: construir ritmos precisos siendo honestos con nuestra juventud. “El mundo puede explotar”, es una de las frases finales. Juventud que con una pandemia se tira en el sofá a contemplar el final con un Ibuprofeno 600.