Dakalachina. Poetisas estelares.
Fotógrafa: Victoria Szelagowski
Backstage: Martina Ledesma
Periodistas: Matías Angelini y José Maldonado
Agradecimientos: Ciudad de Gatos
Diseñador: Agustín Forestieri
El viaje de dos chicas del Conurbano sur que lograron instalarse a fuerza de rimas y flow en el centro de la escena del hip hop platense.
Hace unas horas, Maja Ruibal cruzaba la ciudad en bicicleta con una caja amarilla de repartos colgada de su espalda. Pero ahora está subida al escenario —campera varios talles más grande, calzas negras, sin maquillaje— terminando el show que acaba de dar Dakalachina. Es el segundo turno de Pura Vida, un jueves de fines de agosto y entre el público hay seguidores, fans, curiosos y músicos. Afuera hace frío y llovizna.
Quieren hacer un último tema, uno nuevo, pero no tiene bases. “Va a capela”, anuncian. Sin más vueltas, Maja larga un beatbox sólido con el micrófono pegado a la boca. Jimena, a su lado, empieza a desgranar versos que hablan sobre lo que más saben: la vida de las pibas de la zona sur del Conurbano y La Plata. Hay una mirada cómplice entre las dos que termina de encender al público.
En poco más de dos años, Maja y Jimena pasaron de hacer sus primeras rimas a instalarse en el centro de las miradas de la escena del hip hop local. Dakalachina, el dúo de rap soundsystem que crearon en 2016 con la sencillez como estandarte y la realidad suburbana como insumo poético, está sintiendo lo que siente un grupo en pleno ascenso. Productores que acercan propuestas, periodistas que piden notas, fechas casi todas las semanas y la salida de un EP, Principios, que las llevó a subirse al escenario del festival Ciudad Emergente.
En la era en que las nuevas estrellas de trap y rap llegan a la tapa de las revistas a fuerza de pose y redes sociales, las Dakalachina son un fenómeno con reglas propias. Su cuenta de Instagram apenas tiene nueve publicaciones, no se visten con ropa ostentosa, no alimentan la cultura del lujo y el derroche y no alardean con sus vidas privadas. Sólo tienen rimas, una aguda mirada hacia la realidad social, actitud y un flow potente y auténtico.
“Ritmo y poesía vienen de juglares/herencia de trova, de poetisas estelares/urbanas y rurales, humildes, con ideales”, se presentan a sí mismas en “Ley de Pregnancia” el tema que abre Principios, grabado en forma casera, con amigos y compañeros de ruta, como casi todo lo que emprende Dakalachina.
La historia de la participación femenina en el hip hop se remonta a mediados de la década del setenta, con esas primeras expresiones de rap y letras que hacían referencia a la dura realidad urbana de una ciudad en ruinas como Nueva York, las desigualdades sociales, el racismo y la violencia. Hoy, en medio de una escena que encumbra a artistas que hacen de la imagen y la pose su principal motor, Dakalachina elige mirarse en el imaginario del rap consciente, el mismo al que apelaron las pioneras de la cultura.
Sus temas le escapan al beef y a la pose que habitualmente se ve en el rap. En su disco Principios aparecen letras con consignas sobre el aborto, sobre desaparecer en referencia a Santiago Maldonado y Jorge Julio López, sobre la represión policial, la militancia por el aborto legal,
“Las batallas de freestyle de Red Bull son una mierda”, sentencia Maja. “A la métrica, el rap y a todo lo que conlleva una buena improvisación no lo tienen en cuenta. Y alimentan un público que al fin y al cabo lo único que quiere escuchar son puteadas sobre la vieja de uno, de su culo… es denigrante”.
Maja Rita Ruibal tiene 20 años y llegó a La Plata a estudiar Cine desde Alejandro Korn, San Vicente. Es flaca, morocha, de gesto serio. De movida deja en claro con qué actitud aborda su proyecto artístico y el género. “Yo quiero mejorar todo el tiempo -se presenta-. En el rap, en cómo lo hago, cómo lo escribo. Me rompo la cabeza pensando rimas y en el flow, en cambiarlo todo todo el tiempo”.
Tiene un timbre agudo y directo que usa para llevar la mayoría de las palabras ceremoniales de los shows. Le atrapa, sobre todo, la idea de que Dakalachina pueda desarrollar una perfomance en vivo. “Una vez vi a Babasónicos -cuenta- y Dárgelos estaba vestido con un túnica árabe. Y yo pensé: ‘se está cagando de calor pero es su show y puede hacer lo que quiera’”.
A su lado, Jimena Montes parece su complemento ideal. Es alta, flaca, tiene el pelo entre rubio, rosa y violeta y un actitud que algunos podrían asociar a la timidez. Con 21 años, cursó el Bachillerato de Bellas Artes y hoy estudia Música Popular. Su estilo de rap es el opuesto al de Maja. Con voz algo grave, agresiva y un flow sinuoso que vacila para que sus rimas sean un puñetazo de realidad. Su presencia en escena es más tranquila. “Yo en el escenario no la agito tanto. Me subo, hago lo mío y me voy”, resume.
Dakalachina surgió en 2016, en medio de un contexto de cambio político por la llegada de Cambiemos al poder. El punto de encuentro fue un taller itinerante que organizó Orion XL y amigos que se llamó “Colectivo Resistencia Hip Hop”. La idea era darle herramientas a jóvenes para expresarse desde la música con la intención de generar una conciencia social con un contenido político. De cierta forma, toda la experiencia apuntaba a desmarcarse del fenómeno de las competencias de freestyle y las batallas, que en ese momento comenzaban a concentrar toda la atención.
“El boom entonces del hip hop era a través de Red Bull y que enfrentaba negros con negros a bardearse entre ellos” dice Orión XL, rapero, referente de la escena ‘old school’ de La Plata y un personaje clave en la historia de las Dakalachina. “A nosotros eso nos pareció una incoherencia gigante por el rap que mamamos de los 90, de la Zulu Nation”.
Maja llegó al taller porque estaba filmando un taller para la facultad sobre violencia institucional. Jime ya venía trabajando algunos temas y buscaba herramientas para mejorar. Se conocieron ahí y ya no se separaron.
“Vinieron con un discurso feminista que de entrada no esperábamos y que nos hizo abrir la cabeza” recuerda Orión. “Nosotros, indios criados en los 90, con un concepto mucho más patriarcal, más conservador, tuvimos que deconstruirnos un montón y estuvo buenísimo”.
La primera oportunidad para presentar los temas fue en una fecha organizada por el colectivo en un evento que se llamó “Flow Femininja”. La consigna era clara: todo bien con los varones, pero el espacio era para las pibas. Tocaron Karen Pastrana, Actitud Maria Marta, entre otras.
Fue la primera aparición en público de Dakalachina. Para Maja, el debut en un escenario. Jime, en cambio, ya tenía un poco más de rodaje al haber hecho algunas presentaciones con temas propios. “Para mí, agarrar un micrófono era re nuevo. Subirme al escenario y tener a la gente enfrente las primeras veces me quemaba la mirada. No podía, me ponía nerviosa, ansiosa”, recuerda Maja.
En el taller, las pibas conocieron a Manu DAC (Desde Abajo Crew). Las dos coinciden en señalarlo como una figura crucial para el crecimiento de Dakalachina. “Si no iba él al taller no pasaba nada —cuenta Jime—. Es de esos pibes que hacen pistas con el FL Studio en la netbook del gobierno desde los trece años…y bueno… le sobra. El pibe nos manijeaba. Íbamos a la casa y nos llevábamos un pendrive como con diez pistas”.
2017 fue el año en que Dakalachina pasó de proyecto a realidad. Con la ayuda de Manu, pero también a fuerza de trabajo, de encerrarse a componer letras, de enroscarse con las bases, de invertir tiempo y esfuerzo el grupo empezó a despegar y a crecer.
“En un momento tenía que parar y ver dónde repartía tanta energía, qué iba a hacer”, dice Jime, tirada a lado de Maja en el pasto de Plaza Moreno, recordando el camino recorrido desde que se conocieron. Las dos coinciden en destacar ese momento de quiebre en el que decidieron apostar todo al crecimiento del proyecto de grupo.
La recompensa llegó pronto, con una de las fechas más importantes en la historia de la banda. En mayo de este año, abrieron el show de Sara Hebe, una de las referentes más importantes del género, en el Galpón de Las Artes.
Maja y Jime ya se la habían cruzado en una actividad del Colectivo Resistencia unos meses antes, cuando el dúo tocó en Trelew, la ciudad natal de Sara. La rapera sureña las saludó con afecto y pegaron onda.
“Estuvo increíble. Para mí fue la primera rapera local que escuché y que ella nos mande un whatsapp para invitarnos a tocar fue genial. La energía que mueve es re sarpada -elogia Maja- Da un show tremendo, no para de saltar, de agitar”.
La fecha con Sara Hebe fue el punto más alto en meses que para Dakalachina fueron de crecimiento vertiginoso. Sólo en agosto, tuvieron seis fechas distintas en La Plata y la zona sur del Conurbano, con la premisa de de tocar en todos los lugares a las que las inviten. Ese crecimiento se produjo en una escena copada por hombres.
Las Dakalachina dan la pelea desde adentro y le escapan al rótulo de ‘mujeres en el rap’. “Somos raperas y punto”, afirman decididas. En DDR, programa de cultura hiphop de Radio Universidad conducido por Agustín Remiro, contaron que hasta les molesta ser invitadas a algunos eventos por gente que no conoce su música, por el solo hecho de ser mujeres.
Con todo, la temática de género es una presencia constante en sus letras. “La línea que bajan es fundamental.Conozco muchos chicos de entre 16 y 20 años que fueron cambiando su pensamiento en relación a cuestiones de género y creo que las Dakalachina fueron fundamentales para que eso ocurra”, comenta “Bocha”.
El trabajo de rimas cuidadas y conscientes al que apuestan Maja y Jimena se coronó a fines de agosto, con el lanzamiento de su primer disco, un EP llamado Principios. “Se llama así porque son nuestros principios, en lo que creemos”, explica Jime.
Parte del disco se grabó en la casa de Bruno Esteche, MC de Ilusión Infancia, que en las últimas fechas se incorporó a los shows en vivo tirando bases y reforzando líneas. Después, el material se corrigió, mezcló y masterizó en ‘Mi casa estudio 362’ por Nicolás Rodríguez. “Tienen una forma particular de encarar sus letras. Son agresivas, pero a la vez transmiten una calma, mezcla de metáforas y frases directas”, destaca “Niño” Rodríguez.
En la foto de tapa, Maja y Jime aparecen paradas en la terraza de un edificio con las caras pixeladas, en un gesto que parece enviar un mensaje sobre la actitud de la Dakalachina con respecto a la exposición y la imagen.
Es sábado, en unos días arranca la primavera y la tarde cae húmeda y gris en Barracas, abajo de la Autopista y a unos metros del Río de La Plata. Maja y Jimena están arriba de escenario “Generador” del Ciudad Emergente, el festival que organiza el gobierno porteño, adonde llegaron convocadas como una de las promesas de la escena del hip hop del Gran Buenos Aires. Atrás suyo, el “Gordo” Bruno dispara beats que hacen eco en las chapas del barco del Casino Flotante.
Maja invita a un grupo de chicos bailarines de breakdance a acercarse y moverse al ritmo de su rap. El show empieza y muchos de los que están ahí es la primera vez que ven al dúo en acción. El ritmo y el flow de las Dakalachina de a poco se empieza a meter dentro y varios ya están vacilando. “Prefiero morir de hambre que ser yuta, yo”, cantan Maja y Jime. A pocos metros, un agente de seguridad las mira con cara de pocos amigos. Pero los pibes de una crew de Villa Soldati que esperan su turno pasaron de mover la cabeza a agitar.
“Para lo que viene ya planeamos otras cosas. Sacar los temas sueltos, como singles, con video. Ahora tenemos un tema terminado y dos en proceso de grabación”, comenta Maja y su compañera agrega: “la idea es meterle scratch”. También quieren a un DJ ‘tirando su magia’, un beatmaker permanente. “Que sea una banda de verdad, que haga un buen show. Está buenísimo ir con la pista pero si tuviésemos eso, más orgánico, sería hermoso”, concluyen. Hambre y manija les sobra.